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Desde que el departamento de Infraestructuras del Ayuntamiento planteó la necesidad de eliminar el amianto existente en la antigua fábrica de Biguetes por motivos de salud pública, comenzó a diseñarse un proyecto técnico redactado por el arquitecto técnico municipal Luis Alberto Sánchez con especial atención al patrimonio histórico. La idea que se planteó por el área de Museos y Patrimonio Histórico del Ayuntamiento fué que el derribo se realizara respetando el aljibe que existía en su interior. Además, desde este servicio se era muy cauteloso ya que la antigua fábrica de Biguetes (que después se usó como sede de la Cruz Roja) está ubicada en la zona de protección del Bien de Interés Cultural Picola. Eso significa que gran parte del yacimiento Portus Ilicitanus posee la máxima figura de protección municipal y que no se puede realizar en este territorio ninguna intervención urbana sin acompañamiento arqueológico.

Por este motivo, el proyecto se redactó con el consenso y el visto bueno de la Dirección Territorial de Cultura de Alicante con los parabienes del arqueólogo inspector de la Conselleria. Una vez obtenidos todos los permisos el proyecto fué adjudicado y se comenzó el derribo con el seguimiento arqueológico de la empresa experta en patrimonio histórico Alebus hace pocos días, exactamente el día 13 de diciembre.
En el derribo rápidamente detectamos la potencia del aljibe, que no podíamos contemplar hasta el momento más que en una pequeña parte. Nos encontramos ante un aljibe en magnífico estado de conservación de 3 metros de profundidad y 15 metros de longitud. Como cuestión curiosa cabe señalar que en su interior está compartimentado en dos espacios unidos por una abertura, y que en su fachada principal aparece un graffiti, un anuncio publicitario de los años 60, que debemos proteger.

En la actualidad todavía no hemos podido acceder al interior del aljibe por motivos de seguridad así que estas afirmaciones responden a la inspección ocular realizada por los arqueólogos y la directora del Museo del Mar.
El 19 de diciembre sale a la luz un mortero que llama la atención especial de los arqueólogos. Es un mortero típicamente romano utilizado en las construcciones hidráulicas. Ese mismo día (ayer) recibimos la inspección del hallazgo arqueológico del arqueólogo inspector que se desplaza rápidamente a Santa Pola dada la importancia de la noticia. La visita confirma nuestros datos. Nos hallamos ante una cisterna romana que está actuando de base sobre la que se construye el aljibe de época moderna (finales del S. XVIII o principios del S. XIX).

Este hallazgo modifica la idea original de la intervención estableciendo, según las directrices dadas por la Consellería, todos los pasos necesarios para la protección del Bien de Interés Cultural.

Por este motivo, se van a plantear unas medidas de conservación de urgencia del aljibe y del graffiti realizadas por expertos restauradores de bienes culturales y con la supervisión de la Dirección Territorial de Cultura. En esta intervención concretamente se va a realizar el tapiado de todas las aberturas para proteger la seguridad y también la conservación de los materiales del interior del aljibe, se va a realizar el rejuntado de la fábrica de mampostería con mortero bastardo de cal en las partes más dañadas, se va a realizar la limpieza y protección de la carpintería existente. Además se va a limpiar y consolidar el grafitti.

Todos estos trabajos se van a realizar por restauradores especializados y titulados. A estas actuaciones se une la extracción y limpieza de unos fustes, presumiblemente romanos, que están incrustados en la valla actual del edificio. Estos fustes (partes de columnas presumiblemente romanas) serán depositados como piezas arqueológicas en el Museo del Mar.

Con respecto a la zona donde se ubicaba el edificio la zona va a quedar sin asfaltar para permitir futuras prospecciones arqueológicas siguiendo las indicaciones de la Consellería.

El espacio, protegido por zahorra, vallado y señalizado, junto con las acciones de consolidación urgentes de la estructura arqueológica, queda así preparado para futuras intervenciones donde han de primar los criterios científicos (históricos y arqueológicos). La puesta en valor será un proceso meditado y técnico que requerirá de los pasos oportunos guiados siempre por el conocimiento científico.

Enhorabuena Santa Pola.