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Tabarkinas es el diario de una travesía por las tierras de la Cultura Tabarquina, una comunidad ramificada en cinco realidades esparcidas por las islas sardas de San Pietro y Sant’Antioco en Italia, la isla de Tabarka en Túnez y la isla alicantina de Nueva Tabarca. Y Pegli, la población portuaria cercana a Génova desde donde todo comenzó. El periplo de unas gentes de mar, expertos en las artes de la mar y del cielo, que en busca de una mejor vida fundaron una colonia genovesa dedicada a la extracción de coral en el islote tunecino cedido por el Emperador Carlos V (1540) y que acabaron sirviendo de moneda de cambio en rescates y trasvases poblacionales. Fueron dispersados geográficamente durante el siglo XVIII según el monarca cristiano que sufragara su rescate del cautiverio: Carlos III y Carlo Emanuele III, originando nuevas colonias.

Una historia de pescadores, de reyes y corsarios, de creencias, cautiverios y rescates, de islas deshabitadas y colonizaciones que teje una de las diásporas mediterráneas vivas que enlaza sus dos riberas y que celebramos en el 250º aniversario de la llegada de las familias tabarkinas al islote de Nueva Tabarca.

Conocí primero Tabarca, Nueva Tabarca, la pequeña isla situada frente al cabo de Santa Pola marcada por su peculiar historia del asentamiento de familias italianas, con un mar digno de ser reconocido la primera reserva marina de España. Tiempo después llegué a San Pietro, una de las pequeñas islas de la gran isla de Cerdeña. Y como si se tratara de historias casi especulares, ambas ocupan lugares estratégicos cercanos a la costa, con ciudadelas militares construidas para una población de pescadores genoveses procedentes de la isla tunecina de Tabarka, dedicadas a la pesca del atún, a la extracción del coral y la sal. Coincidencia hasta en el nombre y generación de los monarcas fundadores que les liberaron: Carlos III y Carlo Emanuele III, y en el apostolado que las bautiza y que según la leyenda vararon en ellas: San Pablo y San Pedro. Se activo el click de desandar esta historia, y nació Tabarkinas.

En cada uno de estos puertos sus gentes son conocedoras de su propia historia y celebran con una cálida acogida a quien se interese por ella. He compartido vivencias y charlas entre cascà o couscous, tés y cafés recogiendo sus relatos y ese sueño de conocer a las otras tierras hermanas vivido casi como una peregrinación. Conocerlas y reconocerlas supone una vía a la comprensión y permisividad entre las dos riberas del Mediterráneo. Este Mare Nostrum, nuestro, como espacio común, el patio de la comunidad y un computador de historias.

Carma Casulá, fotógrafa y artista visual